domingo, 30 de noviembre de 2008

miércoles, 26 de noviembre de 2008

De gregarios e impacientes


Fueron los compañeros de París los únicos que tomaron la decisión de reivindicar públicamente, aunque con mucha discreción, la calidad militante de Francisco Sabaté (1), honor que nadie quiso conceder al malogrado José Lluis Facerías, asesinado en condiciones menos espectaculares. Fue Solidaridad Obrera de París, también, la que abrió una suscripción para las familias del Quico y sus cuatro compañeros de grupo.

En España -como era lógico- el servicio policíaco fue explotado con bombos y platillos. La prensa recogió amplias informaciones facilitadas por la Jefatura Superior de Policía y por la Dirección General de Seguridad. Unas y otras hablaban del terrible bandolero que fue Francisco Sabaté Llopart.

El mejor artículo necrológico lo escribió en realidad Felipe Alaiz de Pablo (2) ocho años antes de morir Sabaté. He aquí lo que decía Alaiz en el n° 368 de Solidaridad Obrera de París del 15 de marzo de 1952:
«Equivocados o no, impacientes o no, de fama y renombre histórico, tal vez más predispuestos sentimentalmente a un nihilismo cerrado, despreciativos probablemente para la masa pasiva y rebañega por la que se sacrifican y de la que no tienen ni esperan ayuda, con más apego al anonimato en ocasiones que a acumular reverencia de raíz redentorista -pues las religiones se fundan en el sacrificio espectacular de uno solo en favor de la pasividad y de la comodidad del resto- los activistas dan la vida de cara al peligro y pagan con su persona».
«Los insistentes sucumben a manos del Estado terrorista mientras los ideólogos terroristas pero pasivos y las masas creyentes en el terror se conservan a salvo de cualquier peligro aplaudiendo a los combatientes aislados, pero jamás dispuestos los inhibidos a participar ellos mismos en la lucha directa».

Felipe Alaiz no sabía entonces, no podía saber, la evolución de ciertos inhibidos que justificarían más tarde sus teorías despreciando a esos combatientes aislados.

(1) La reivindicación orgánica de Sabaté fue hecha por la Comisión Regional de París y se publicó en el no 773 de Solidaridad Obrera del 14 de enero de 1960.
(2) Periodista y escritor anarquista. Falleció en París en la primavera de 1959.
Párrafos finalales de "La guerrilla urbana en España. SABATE" de António Téllez (1972)

viernes, 21 de noviembre de 2008

De anafalbetos y nacisistas políticos


“El peor analfabeto es el analfabeto político. El que no ve, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. El que no sabe que el costo de la vida, el precio del poroto, del pescado, la harina, del alquiler o de sus medicamentos, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece e hincha el pecho diciendo que odia la política. No sabe, el imbécil, que de su ignorancia nace la prostituta, el menor abandonado, el asaltante y el peor de los bandidos que es el político corrupto y el lacayo de las empresas nacionales y multinacionales.”

Bertolt Brecht
Esta cita aparece en el programa de "La resistible ascensión de Arturo Uí" de Brecht que exhibe la Comedia Nacional.
Ese analfabetismo propicia y es propiciado por los Ui, los Hitler, los Alvarez y otros pequeños narcisistas.
Vale la pena, hoy que despunta una gran crisis, recordar un pasaje del Epílogo:
"Respetable público: aprendamos a ver,
en vez de mirar como borregos.
En vez de charlar,
bla, bla, bla, bla, bla,
debési actuar.
Lo que habéis visto estuvo a punto
de dominar el mundo aún no hace tantos años.
Los pueblos terminaron por tener la razón,
pero nadie puede cantar victoria antes de tiempo.
¡Todavía es fecundo el vientre que parió el suceso inmundo!
Respetable público: aprendamos a ver,
en lugar de mirar como el cordero que marcha al matadero."

Efectivamente, ¿cuál es el límite del hombre?


sábado, 15 de noviembre de 2008

Tiempo



Cashback, la película de Sean Ellis, es una tesina ingenua sobre el tiempo, el trabajo, los sueños juveniles y la belleza femenina, lo que es decir mucho del somnoliento cine actual. Algunas imágenes llaman la atención por lo simples y contundentes.
Básicamente, el protagonista intenta llenar trabajando sus horas de insomnio. Llega a prescribir no observar el reloj en la empresa para que el tiempo pase más rápido. En eso adquiere la capacidad de detener o lentecer el tiempo.
Sin embargo, el tiempo tiene una dimensión existencial también para los otros. Nos movemos en una corriente cronometrada por el régimen de acumulación. Por eso la revolución también es una cuestión de castores entrenados y no sólo de topos.