domingo, 28 de junio de 2009

Totalitarismo, locura, resistencia.


"La batalla por la mente de Norte América se peleará en vídeo: el Videodromo. La pantalla de televisión es la retina del ojo de la mente. Por lo tanto la pantalla de televisión es parte de la estructura física del cerebro. Por lo tanto, lo que aparezca en la pantalla de televisión surge como una experiencia en crudo para quienes la miran. Por lo tanto, la televisión es realidad y la realidad es menos que la televisión." De la película VIDEODROME (David Cronenberg, 1983)
Esta es otra metáfora sugestiva de la dominación "ideológica". No pensamos las relaciones de dominación en términos absolutos. No imaginamos una "ideología dominante" autónoma de los sujetos. La ideología constituye una de las dimensiones analíticas de la dominación. En los límites de la eficacia/eficiencia de la vigilancia se constituye la resistencia clandestina y hasta íntima. Los límites de la dominación están ahí donde la administración de premios y castigos puede acercarse mas no alcanzar la resistencia en circunstancias determinadas. La reificación colectiva a través de medios de alta tecnología es uno de los extremos al que llega el control político.

De ahí la contundencia infantil de las reflexiones de James C. Scott (
"Los dominados y el arte de la resistencia"):
"Las relaciones de poder son, también, relaciones de resistencia. Una vez establecida, la dominación no persiste por inercia propia. Su ejercicio produce fricciones en la medida en que recurre al uso del poder para extraerles trabajo, bienes, servicios e impuestos a los dominados, en contra de su voluntad. Sostenerla, pues, requiere de constantes esfuerzos de consolidación, perpetuación y adaptación. Una buena parte de ese trabajo de sostenimiento consiste en simbolizar la dominación con manifestaciones y demostraciones de poder. Cada uso visible, externo, de poder –todas las órdenes, las muestras de respeto, las jerarquías, las sociedades ceremoniales, los castigos públicos, los usos de términos honoríficos o los insultos– es un gesto simbólico de dominación que sirve para manifestar y reforzar el orden jerárquico. La subsistencia de cualquier modelo de dominación siempre es problemática. Es legítimo, pues, preguntarse, dada la resistencia que se le opone, qué se necesita para mantenerlo en funcionamiento ¿cuántas palizas, encarcelamientos, ejecuciones, tratos secretos, sobornos, amenazas, concesiones y, muy importante, cuántas manifestaciones públicas de grandeza, de castigos ejemplares, de beneficencia, de honestidad espiritual, etc?"
Un modo de dominación complejo incluye su propio programa de resistencia funcional al sistema, una resistencia bajo control, tolerable. Más allá de esos límites, en los extremos históricos de la dominación absoluta sólo quedan agujeros negros, refugios íntimos de resistencias que en situaciones adecuadas pueden transformarse en acción clandestina capaz de pasar a la ofensiva abierta.

No podemos perder el momento de la individualización del castigo a cargo de un aparato ideológico que suelta sus perros guardianes.
Dice Artaud:
"¿Y qué es un verdadero alienado? Es un hombre que elige volverse loco -en el sentido en que se usa socialmente la palabra- antes que traicionar un pensamiento superior de la dignidad humana. Por ese motivo la sociedad se sirve de los asilos para amordazar a todos aquellos de los que quiere deshacerse o defenderse, por haberse negado a convertirse en cómplices de las más grandes porquerías. Ya que un alienado, en realidad, es un hombre al que la sociedad no quiere escuchar, y quiere evitar que manifieste determinadas verdades intolerables. Pero el encierro, en este caso, no es el único recurso, porque la confabulación de los hombres cuenta con otras armas para sojuzgar a las voluntades que pretende quebrar." ANTONIN ARTAUD, "VAN GOGH, EL SUICIDADO POR LA SOCIEDAD"
Pienso en Poulantzas, politólogo suicida. Pienso en Althusser, filósofo que descubrió algo peor que el suicidio. En estado de "no responsabilidad jurídico-legal" el "loco" desaparece confinado física y químicamente sin límite de tiempo previsible. En el límite, la conciencia subversora es definida, clasificada por la cultura represiva, como una enfermedad mental peligrosa. El disidente vive amenazado por una condena a alguna forma de muerte.

En Videodrome el protagonista es cláramente advertido:

"(Videodrome) tiene algo que tu no tienes, Max. Tiene una filosofía y eso es lo que lo hace peligroso."
Por eso la subversión también necesita una teoría. Por eso Marcuse, conocedor del fascismo, entendía correctamente el totalitarismo liberal y saboreaba a su modo el mensaje de Karl Marx:
"Las capacidades económicas y técnicas de las sociedades establecidas son suficientemente grandes para permitir ajustes y concesiones a los parias, y las fuerzas armadas están suficientemente entrenadas y equipadas para ocuparse de las situaciones de emergencia. Sin embargo, el espectro está ahí otra vez, dentro y fuera de las fronteras de las sociedades avanzadas." (El hombre unidimensional)
El espectro es teorizable. Su soporte lo constituyen quienes no tienen nada que perder salvo las cadenas, ya materiales, ya ilusorias. Entonces la filosofía deviene en pensamiento crítico y praxiologico; las ciencias sociales, en el mapeo de estructuras y experiencias colectivas; y la política en reflexión estratégica.

Carl Schmitt, ideólogo nazi aplaudido por los neoconservadores actuales, tenía claro que el poder real constituye una cuestión fáctica que si es preciso eventualmente escapa de las formalidades tanto del derecho burgués como por supuesto, de las precondiciones para una lógica de la acción comunicativa a lo Jurgen Habermas.

Fidel Castro en sus años rebeldes lo tenía clarito:
"¡Y cuánta clarlatanería para justificar lo injustificable, explicar lo inexplicable y conciliar lo inconciliable! Hasta que han dado por fin en afirmar, como suprema razón, que el hecho crea el derecho." (La Historia me absolverá)
Cuando los monarcas pierden el respeto, todo se ve claro, con ojos de niño, el pueblo pierde el miedo. La multitud se apropia de los medios y repite como en el cuento de Hans Christian Andersen:
"¡El Rey está desnudo!"

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