A decir verdad me pesaba el cuerpo. Pedí un médico certificador y fui bendecido con tres días de licencia por enfermedad. Dormí casi todo el primer día. El segundo los síntomas se hicieron realidad. Un nudo en la boca del estómago, vómitos y otra fulera hemorragia intestinal. Y seguí durmiendo profundamente. Al tercer día me levanté bastante bien. Y me mandé al centro a comprar un par de entradas para una función de teatro, una revista porteña con Enrique Pinti. Necesitaba compartir esa tregua.
En el bondi, con el sol en la cara, vi que era 19 de abril. Otro 19 de abril en que la muerte juega con la libertad en una sesión de torturas. Y saqué las entradas y pensé visitar una librería, por costumbre. Crucé la Plaza Cagancha. La Libertad seguía de pié sobre una columna en medio del tránsito. Después volví a pasar, como siempre, por la casa de tatuajes. Pero esa vez entré. Hay heridas que no queremos que sanen.
lunes, 19 de abril de 2010
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