Un día,
el pobre tipo
empleado o jornalero
ése que anda a los tumbos
y de la cuarta
al pértigo,
el que ha visto llover
y llover
y llover
sobre su lomo gris
y su triste sombrero;
ése,
el tipo a destajo
que vive de segunda
como el padre del padre
de su anónimo abuelo:
el buen contribuyente
de la cola de acémilas,
aquél,
el locatario
con su ataúd de deudas,
ese que viaja en ómnibus
o en tren la vida entera;
un día,
cualquier día
de mascar la impotencia,
va a agotar,
va a gastar,
va a perder la paciencia:
esa última,
oscura rebelión
que le queda.
Un día el subversivo,
va a empuñar la impaciencia.
El tipo es un peligro:
tiene un arma secreta.
sábado, 17 de marzo de 2012
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