jueves, 17 de julio de 2008

Roque Dalton, militante contra The Real Matrix


En
"El arte de morir" el poeta Roque Dalton no eligió objetivos al azar. Sus blancos eran factores de poder claves de la política latinoamericana: primero, servidores públicos vernáculos, jugadores subalternos; segundo, el virrey imperial al que el poeta dedica una especial cortesía; tercero, el burócrata del vaticano, a quien arranca su confesión de blasfemo; y cuarto, el poder militar, más preocupado en el control ciudadano que en la defensa de fronteras, carne picada con plomo. Hoy, sus blancos móviles habrían cambiado aunque no serían muy distintos... Los tecnócratas y los funcionarios públicos de la elite transnacional, los agentes del capital global y el régimen y la cultura neoliberales constituirían nuevos objetivos.

Cumplida la ceremonia del primer grito, con el recuerdo de los queridos empezando por la esperanza en el pueblo límpido (que hoy incluiría inmigrantes, desplazados y refugiados como una nueva clase global de desfavorecidos) y apretando el arma, Dalton completaría su propio sacrificio.
Pasado y futuro se concentrarían en la potencia presente. Cosa imposible sin las condiciones de Benjamin: LA CONCIENCIA HISTÓRICA.

El desprendimiento de su condición de poeta lo hace verdadero hombre libre. Y eso de decidir hacer lo debido consagra la unidad entre la racionalidad y la dignidad en acto necesario. El poeta pudo ser mecánico, técnico en computación, enfermero, padre de familia, viudo, homosexual, prostituta, estudiante, desocupado, marginal... El hecho es que la iluminación implica un esfuerzo intelectual. Por ese esfuerzo el poeta devino en
cualquiera capaz de abandonar los procesos de serialización, decidir entre la Libertad o la Muerte y determinar resistir lo intolerable para cualquiera: la explotación y la dominación.

La conciencia histórica tiene una base estructural.
Sólo cualquiera, el común, asume las tareas del militante.

Barrington Moore describía los pasos sucesivos y los agentes con una lógica casi matemática:


"Una vez que una masa crítica de gente potencialmente descontenta em­pieza a existir a través del funcionamiento de fuerzas institucionales en gran escala, el escenario está listo para que aparezcan los "agitadores de fuera". Es importante reconocer la significación crucial que cumplen éstos, porque los críticos sociales parecen inclinados a minimizarla por miedo a llevar agua a los molinos de los conservadores y de la reacción. Desde los tiempos de los apóstoles, y quizá antes, ningún movimiento social ha podido existir sin su ejército de predicadores y militantes, que esparcen las buenas nuevas sobre la necesidad de escapar de los dolores y males de este mundo. Se trata siempre de una minoría activista que promueve y promulga nuevos patrones de condena. Son ellos una de las causas indispensables, aunque insuficientes, de las principales transformaciones sociales, tanto de las graduales y pacíficas como de las violentas o revolucionarias. Por lo general son gente joven, a la que no estorban ataduras ni obligaciones sociales. Este es un indicador más de la importancia del espacio social y cultural que pronto analizaremos. Con frecuencia son gente de fuera de la localidad a la que sirven, cuya tarea consiste en encontrar y articular las demandas latentes para cuestionar la mitología dominante y así entrar en competencia con las fuerzas dominan­tes que les rodean. Los agitadores de fuera hacen el duro trabajo de minar el viejo sentido de inevitabilidad, y son también agentes viajeros que traen la nueva inevitabilidad. En los asuntos humanos, requiere mucho esfuerzo producir lo inevitable, viejo o nuevo, y nadie está del todo seguro de cómo va a ser lo nuevo hasta que ya sucedió, y para entonces por lo general ya es muy tarde."


Notas: Saskia Sassen ha discutido en "Una sociología de la globalización" la nueva conformación de clases. El párrafo citado de Barrington Moore es de "La injusticia: bases sociales de la obediencia y la rebelión".

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